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l valle de Rapel agrupa los
diferentes sub valles de Ca-
chapoal y Colchagua, en la
Región de O’Higgins. Si, por
ejemplo, se viaja en otoño
desde Santiago a la localidad
de Millahue, en la Provincia de Cachapoal,
se puede apreciar una gran cantidad de vi-
ñas y gente vendimiando las cepas tintas
más tardías, como el Cabernet Sauvignon.
Millahue es el nombre que le dieron los
indígenas a este sitio y quiere decir “lugar
de oro”. El sector se encuentra ubicado al
interior del valle de Cachapoal, en la lade-
ra norte de la herradura de Apalta, entre
innumerables quebradas, lo que ofrece
una variedad de terroirs inigualable. Pe-
queños microclimas, cada uno con dis-
tintas exposiciones al sol y siempre baña-
dos por una fresca brisa costera, entregan
una gran complejidad a los vinos.
Colchagua en lengua indígena significa
valle de pequeñas lagunas. Fue tierra de
aguerridas tribus mapuches y luego llegó
a convertirse en el límite sur del Imperio
Inca. Las primeras obras de regadío pre-
hispánicas fueron construidas por ellos,
introduciendo la agricultura en este lugar
único del país. Junto con la colonización,
en el siglo XVII se crearon las haciendas,
que correspondían a grandes extensiones
de tierra que el Rey de España entregaba
a sus más distinguidos oficiales. Luego
de que Chile iniciara su proceso de inde-
pendencia de España en 1810, las familias
más tradicionales del país adquirieron
tierras en el Valle de Colchagua, constru-
yendo maravillosas mansiones, muchas
de las cuales se conservan hasta hoy.
El Valle de Colchagua ha tenido desde
siempre una vocación netamente agrí-
cola, que en los últimos años despliega
todo su esplendor gracias al uso de tec-
nología de vanguardia. Junto con ello se
ha desarrollado un turismo cultural de
alta calidad ligado al mundo del vino. Hi-
tos relevantes son la creación del Museo
de Colchagua (donde se exhiben unas
diez mil piezas en más de 20 salas, con
muestras de paleontología y arqueolo-
gía de Chile, historia de la Conquista, la
Colonia, la Independencia y la República,
y hasta una colección de más de 50 au-
tos antiguos), la Ruta del Vino del Valle
de Colchagua, el inicio en el 2004 de los
viajes del Tren del Vino (con antiguos ca-
rros y locomotora a vapor, reemplazado
después de 2010 por el Tren Sabores del
Valle), y la construcción de hermosos ho-
teles de diseño que ofrecen al huésped
experiencias únicas ligadas al mundo del
vino. Entre las experiencias que entre-
gan, hay instalaciones de spa que utili-
zan vino y cosméticos a base de este jugo
de uva para sus tratamientos. Cabalga-
tas, trekkings o salidas en bicicleta por
viñedos y cerros son algunas de las otras
actividades disponibles.