51
el camino, por lo que se desvió y pasó por
las ciudades deWeinheim y Karlsruhe.
Los problemas se sucedieron uno tras
otro, pero la señora Benz los resolvió en
forma práctica. Primero fue la falta de
combustible. Se acabó poco antes de lle-
gar al pueblo deWiesloch. No había bom-
bas de bencina, pero sí farmacias, donde
se podía adquirir ligroína, un producto
de limpieza derivado del petróleo que
empleaba el vehículo para abastecerse.
Compró cinco litros y así nació la prime-
ra estación de servicio para automóviles
de la historia.
Algunos kilómetros después, los fre-
nos presentaron problemas, debido a
que se habían calentado demasiado.
Pero Bertha le encargó a un zapatero que
les pusiera unas cubiertas de cuero y de
esta forma nacieron las pastillas de freno.
Hubo también algunas fallas en el aceite
y en el cárter, que evitaron que el viaje
fuera más expedito.
Pero después de trece horas, Bertha y
sus dos hijos llegaron a su destino. Era el
anochecer y el objetivo estaba cumplido:
el “vehículo sin caballos” estaba en boca
de todos en aquella zona y, además, la
prueba le serviría a la señora Benz para
sugerirle a su marido diversas mejoras
que se le podrían hacer al automóvil.
Al día siguiente, volvieron por un cami-
nomás directo y llegaron a su casa amedia
tarde. El viaje había servido para mostrar
que el Motorwagen podía recorrer largas
distancias, con más comodidades que los
carruajes. Las ventas comenzaron a subir y
Karl Benz empezó a desarrollar nuevosmo-
delos. Hoy se puede recordar este primer
viaje y transitar el Bertha Benz Memorial
Route, que sigue los 194 kilómetros origi-
nales de aquel periplo realizado en 1888.