Jeffrey J. Dawes posee un SL 65
AMG Black Series de 2009, un
GLE AMG y un SL 63 AMG.
uno amarillo del año 1976. Estaba en muy mal estado, pero lo
compré y lo metí en un proceso de restauración que tomó dos
años. Quedó maravilloso. Era un auto fantástico, pero solo en
línea recta, porque no doblaba ni frenaba, todo un problema,
¿no?”, recuerda con pícaro humor.
Su primer vínculo con la magia de Mercedes-Benz llegó hace
15 años. “Compré un SLK 230, al que recuerdo como un conver-
tible extraordinario y con algo especial como su techo duro…
Después, como le pasa a algunos, viví mi etapa porschista. Partí
con un Boxster S para luego pasar a un 911 Carrera 4 y cerrar ese
ciclo con el 911 Turbo, al que recuerdo como un monstruo, pero
nervioso y liviano. Como tenía tracción en las cuatro ruedas, yo
no tenía que realizar nada, el auto lo hacía todo. O sea, me dije
un día, este auto es bien fome”.
La reinstalación de su ya indisoluble relación con la casa de
la estrella se dio con la adquisición de un SL 63 AMG, su primer
AMG, en 2010. “Tenía tracción trasera, mucho más entretenido
porque hay que saber controlarlo. Luego, el 2012 lo cambié por
otro igual, pero con otro motor, el primero era 6.3 aspiración
normal y éste es un 5.5 litros biturbo, pero le puse un kit Brabus
y lo dejé en 730 caballos de fuerza… Es una de mis tres joyas de
colección”, asegura.
“Fui escalando en autos. Con cada paso llegaba uno con ma-
yor potencia, pero hay que ir aprendiendo. Fui tomando cursos,
conociendo los límites del auto y los de uno, para no correr
riesgos”, puntualiza el coleccionista, quien recuerda un curso
de manejo avanzado hecho en Portimao, en Portugal, dictado
por Mercedes-AMG. “No es para hacer locuras. Me gustó mucho
porque está enfocado en conocer tu auto, tu AMG, y saber dis-
frutarlo y vivirlo desde tus capacidades”, detalla Jeffrey.
“Hay gente que cree que, por los autos que tengo y mi pasión
por tenerlos con más y más potencia, soy un loco y es todo lo
contrario. Mis hijos cuando suben conmigo al coche me dicen
quemanejo como una vieja”, confiesa y ríe sin darle importancia.
Y en casa de herrero… “Bueno, mis niños y así como yo me
enamoré de autos maravilloso, ellos hoy día creo que tienen
amor por su celular o el Play Station, qué le vamos a hacer. Al
auto lo ven como un transporte, pero somos felices cada uno
aceptando los amores y las pasiones del otro”.
Jeffrey James Dawes viaja todos los años a su Australia natal,
donde vive su madre que ya tiene más de 90 años. “Está muy
bien”, acota con alegría y convicción. La misma con la que dirige
su empresa y aquella que, por cierto, le dio una certeza pese a su
enamoradizo corazón tuerca: hay muchos autos maravillosos,
hay algunos deportivos increíbles, pero hay muy pocos AMG y
escasísimos AMG Black Series. Él sabe bien de todo esto.