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modo o funcional. El diseño empezó a te-
ner importancia en el enriquecimiento de
la vida. Las cosas bonitas le empezaron a
agregar valor a los espacios. Ahí comen-
zó el tema de que si una persona no sabe
mucho o no tiene tiempo, llama a alguien
que sepa más para que le ayude a que su
lugar de vida o de trabajo aporte para que
sea más cómodo… Cuando yo empecé no
había casi nada: dos fábricas de género
y los muebles eran iguales. Hoy día hay
una gran diversidad de cosas, el diseño
se hamasificado. Se puede hacer una casa
con menos recursos y con más opciones.
¿Cuáles son los cambios más importantes que
se han dado en este tiempo?
Antes viajar era más caro y más difícil.
Hoy día se viaja mucho más. Existe Inter-
net. La gente se atreve un poco más a ser
menos fome, porque hemos sido brutal-
oficina, a la que llegarán próximamente
algunos diseñadores. Está desarmando
la que tiene en la Ciudad Empresarial.
Hoy se dedica, principalmente, a diseñar
una oficina de la empresa Hewlett Packard
y otras de abogados, además de diversos
proyectos residenciales. “Estoy haciendo
un departamento con una pareja joven.
Son tantas las ganas que tienen de que
les quede bien, que es desafiante e inspi-
rador”, dice, dando una muestra de que
después de cincuenta años en el rubro, no
ha perdido la frescura frente a lo que hace.
DISEÑO EN
BUSCA DE SENTIDO
A lo largo de los años, ha sido pionero
en la decoración, con proyectos como el
de la Discoteque Gente, el vestuario de
óperas como Aída, y un amplio espectro
de casas y oficinas de todo tipo. Los clien-
tes le siguen llegando siempre. ¿La rece-
ta? “Respeto mucho cómo vive la gente.
No trato de cambiarla”, señala Moro.
Sus triunfos de seguro tienen que ver
con su talento, pero también con la prácti-
ca y el hacer bien las cosas. “Lo que me sir-
vió mucho para la vida fue aprender cómo
realmente se fabrican los muebles”, co-
menta. Por aquel entonces, Jorge Eyzagui-
rre le estaba haciendo algunos muebles al
padre de Moro, quien lo instó a contratar a
su hijo. Durante tres años, lo suyo estuvo
lejos de las oficinas, sino en el taller, en la
tapicería y en el barniz. “Ésa fue mi univer-
sidad. Aprendí lo que era trabajar con un
jefe exigente y talentoso”, recuerda.
Se fue a estudiar a Washington, Esta-
dos Unidos, pero al poco tiempo termi-
nó en Nueva York. Jorge Undurraga, otro
mueblista, decidió abrir una tienda para
exportar muebles chilenos y le pidió que
se hiciera cargo de ella. Pero estuvo lejos
de ser un éxito. “Los diseños americanos,
las medidas de los muebles, todo era dis-
tinto a lo que se hacía en Chile”, cuenta.
La experiencia, sin embargo, le sirvió
para volver a Chile a diseñar una nueva lí-
nea demuebles de exportaciónpara lamis-
ma empresa. PeroUndurraga decidió parar
las ventas al extranjero, el proyecto quedó
trunco y Moro quiso cambiar. “Me dio lata
trabajar en una fábrica. Me parecía entrete-
nido diseñar y exportar. Pero hacer losmis-
mos muebles que había hecho ya en Chile,
no. Ahí me independicé”, comenta. Empe-
zó haciendo algunos trabajos para amis-
tades y conocidos, hasta que en 1971 fue
pionero al instalar una tienda de diseño
y decoración en Providencia. Nunca más
paró y lleva más de 40 años en el rubro.
¿Cómo ha cambiado el concepto de decoración
o interiorismo en estos años?
El concepto de decoración es bien am-
plio y tiene varias aristas. Cuando yo te-
nía 20 años, decorar era un poco hacer
vitrinas o ver algunos temas puntuales
de una tienda. Pero poco a poco, se fue
dando que la gente comenzó a tener una
preocupaciónmás allá de que algo sea có-
“NO EXISTEN
TENDENCIAS. SI
PENSAMOS EN
PERSONAS QUE
VIVEN EN DISTINTOS
LUGARES DEL MUNDO,
NOS DAMOS CUENTA
DE QUE NO EXISTE
UNA SOLA FORMA DE
VIVIR. ENTONCES, LA
TENDENCIA ES COMO
UNO QUIERE SER”.