Mercedes Benz Edición 68
33 el carpaccio de alcachofas. Luego, piérdase con las pastas. Esta- mos en Italia, son siempre ricas. El aceite de oliva lo hacen ellos y el vino es de la casa. ¿Qué más se puede pedir? Ah, la atención es ultra italiana, conversada, preguntona, de risas fuertes. Lo que no se puede saltar de esta zona es la parada en Mon- temarano, hermoso y cercano, con callecitas estrechas de pie- dra laberínticas que hacen soñar. Ahí La Vecchia Dispensa es un regalo al alma. Los dueños son un matrimonio de 60 años, tienen tienda de delicias para gozar con copas de vino o el famo- so Spritz, como usted prefiera. También hay degustaciones de quesos con confituras caseras. Simplemente imperdibles. Si se cansó de los pueblitos, la sugerencia es ir al mar. Perfec- to como cierre, aunque esté algomás retirado (a 94 kilómetros). Cala Violina, una de las joyas de Maremma, es un pequeño pa- raíso dentro de la reserva natural Le Bandite di Scarlino. Es una playa casi secreta, conocida como la más linda de ese lado de la Toscana. Caminata por bosques y llegada al Mediterráneo. Solo hay personas al sol, lo que entrega una sensación de privilegio, lujo y maravilla que Italia sabe dar. Antes de llegar a este mundo verde y de camping protegido, en plena carretera está Il Baracchino di Rodano, un agro restau- rante y tienda manejados por una cooperativa de productores locales. Todo es hecho por ellos. Hay unas mesitas y una rica selección de antipasto, sardinas y berenjenas marinadas, jamo- nes y salchichones, mozzarella y confituras. Puede comer ahí o también llenar el auto con todos sus encantos. Bienvenidos a la conexión con la parte comestible del agro- turismo, ese que se mete dentro de la casa o que se sienta a la mesa. Aquí, todo el ruteo parece ser solo para uno. Eso es lo pri- mordial de este agroviaje. Jardines de San Quirico d’Orccia.
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