Kaufmann Ed_67

18 MAR Y TIERRA Otro rasgo muy típico de Chiloé a ni- vel arquitectónico son los palafitos. Los primeros datan de fines del siglo XIX. Eran residencias, lugares de hospeda- je y almacenes edificados durante el auge maderero. A mediados del siglo XX, hubo una gran plaga que afectó uno de los principales cultivos de la isla, la papa (hay muchísimas variedades), con lo cual se produjo una gran emigra- ción de campesinos a la ciudad. Estos campesinos se apropiaron de terrenos a orillas del mar e hicieron estas cons- trucciones elevadas para protegerse del movimiento de las mareas. Aquí podían pescar y buscar mariscos cuando baja- ba la marea y, al mismo tiempo, tener un pedacito de tierra donde cultivar. Eso se mantiene hasta el día de hoy, aunque quedan menos palafitos por el terre- moto de 1960. Aparte de los mariscos, cuando baja la marea aparecen dos al- gas: una verde, la lamilla, y otra marrón que se llama pelillo. Son recogidas y se ven las bolsas en las orillas. El pelillo lo usan para la industria cosmética y lo venden a los japoneses. La lamilla es abono para los huertos. Toda la vida de la isla gira en torno a estas actividades de tierra y mar y, por supuesto, tiene un gran protagonismo la gastronomía. Es muy típico el curan- to, un plato que se hace a base de car- ne, mariscos y verduras en la tierra. Se hace un hoyo, se prende un fuego con piedras y luego se quitan los carbones para ir poniendo la carne y las verdu- ras para ser cocinadas con las piedras calientes y con hojas de pangue. Es todo un acontecimiento familiar y so- cial cocinar un curanto. LA GENTE LLEVA AL MERCADO SU PEQUEÑA PRODUCCIÓN DE TIERRA Y MAR Y LAS ARTESANÍAS QUE ELABORA EN SUS CASAS. REPORTAJE

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